Bruno Mars

No me gustan las cadenas, no me agradan, y por eso no poseo religión. Pero parece que un relato bíblico se recita en mis oídos cuando cierro los ojos y medito. Esta práctica la adopte recientemente como un pasatiempo, pienso que es la cura para no infundirme en mis pensamientos maquiavélicos, nadie me instruyó, solo leí un par de conceptos básicos y por voluntad propia y curiosidad lo probé y me ha entretenido de maravilla.

Hasta ahora mantengo unas cuantas reglas con esta practica, lo hago en cualquier momento que me apetezca pero nunca si estoy cansado o tengo sueño y mucho menos si en el área se encuentran otros seres que puedan perturbar la paz y el silencio, como múltiples olfateadas y lenguetazos de un perro que se pregunta si me habré muerto.

Luego de meditar a mi manera amateur y más bien inventada por unos meses, me di cuenta de que toda mi vida lo hice pero en el baño, tanto en el trono como en la ducha. Es por ello que para diferenciar cuando estoy meditando, y cuando estoy cubriendo mis necesidades fisiológicas e higiénicas, ya no lo hago mas en el baño. El entorno en el cual lo realizo influye exponencialmente en la profundidad de mi meditación, siendo siempre la cúspide, sentado bajo la sombra de un árbol, en un dia soleado con una brisa refrescante.

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